27 de marzo de 2009

AUTOPISTAS, CARRETERAS, CAMINOS Y SENDAS

Una red de caminos y sendas, perfectamente jerarquizadas por su importancia y estado de conservación, caracterizaba estas tierras comprendidas entre el mar y la montaña en tiempos de los romanos.
Durante siglos se mantuvo aquella red viaria apenas modificada, destacando la Vía Augusta que cruzaba en dirección norte-sur bordeando el Mediterráneo. Desde antiguo era popular el dicho “Todos los caminos conducen a Roma”, porque así era en realidad.
En poco más de cien años, ese panorama ha ido cambiando de una manera radical. Con fines comerciales y rapidez del tránsito se potenció la denominada Carretera Nacional 340 que llevaba y lleva un trazado paralelo y en ocasiones idéntico a la vía romana, por lo que ésta fue perdiendo su importancia y olvidándose su trazado.
A este olvido contribuyó un poco más el trazado de la Autopista del Mediterráneo AP-7 al comienzo de los años setenta del pasado siglo. La antigua red de caminos y carreteras sufrió una grave agresión “borrando del mapa” caminos que unían diferentes puntos de escasa importancia y de carácter tradicional, con funciones agrícolas y ganaderas.
Por si esto fuera poco para el caso que nos ocupa, en la última década se ha añadido una nueva vía de capital importancia para el desarrollo de las comunicaciones y de la economía de la Plana: la Autovía A-7. Todas ellas siguen un trazado paralelo que constituyen en ocasiones una barrera entre la montaña y el mar.
Debido a esta circunstancia, si uno desea dirigirse a pie desde la Vall hacia el sur, en dirección Almenara-Valencia sin ir por carretera, las viejas rutas de tiempos pasados quedan interrumpidas, estranguladas e impracticables. Hasta hace pocos años, el viejo Camino Valencia, que nacía en Benigasló y después en la Avenida Corazón de Jesús bordeando el Colegio Público San Vicente a continuación, ya no existe desde la urbanización del polígono y las últimas construcciones, como el IES Benigasló y el parque de su entorno. El desarrollo urbano lo ha hecho desaparecer con un trazado viario diferente. Para tomar el camino hay que bajar un terraplén en la Avenida Corts Valencianes, más al sur. Dicho camino muere en la Carretera de Chilches a la altura de Carmaday.
Si el viajero a pie desea seguir su ruta hacia Almenara, sin pisar la carretera, ha de atravesar Carmaday bordeando el pequeño parque y cruzar el Barranco Cerverola, para desembocar en los caminos de la vertiente norte del barranco. Y por una senda estrecha, practicada por el paso reiterado de montañeros y senderistas, paralelo a la autopista, debido al estrangulamiento de los caminos hacia el sur, debe pasar al otro lado de la montaña hasta encontrarse con una nueva barrera viaria: la nueva carretera que enlaza la autovía hacia Segorbe, debiendo dar más revueltas con nuevos trazados que modifican los antiguos.
Quizás en previsión de protestas de ecologistas y conservacionistas, los diseñadores e ingenieros de la autovía tuvieron la feliz e incompleta idea de trazar una senda verde –por la capa de pintura, pero posteriormente revestida de una capa de hormigón asfáltico- que discurre paralela a la antigua carretera de Almenara a la izquierda, y la Autovía A-7 a la derecha, entre los puntos kilométricos 277 y 281, con una extensión aproximada de cuatro kilómetros, pero que queda en tierra de nadie, sin llevar a ningún sitio, entre los términos municipales de la Vall, la Llosa, Almenara y los Valles.
Son pocos los transeúntes y ciclistas que se ven pasar de vez en cuando, pero cabe esperar que algún día queden comunicadas por esta vía peatonal las poblaciones próximas, permitiendo practicar el sano deporte de caminar sin prisas y seguros, tomando el sol y el aire como en tiempos pasados se practicaba. Un miliario de piedra artificial, casi al final de la ruta, recuerda que tiempo atrás pasaba por allí la Vía Augusta.

Escrito por: Francisco de la Rubia (26-03-09)

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