Si en alguna parte del camino era dificultuso por la pendiente, ésto no tiene nada que ver por lo que pasamos en éste último tamo, era liso hormigonado, con una trayectoria rectilínea que hace su ascenso cada vez más penoso y agotador, pero tiene su premio.
Alguna edificación a nuestra derecha, ya en ruinas y a nuestra izquierda, una línea de trincheras en algún trayecto, casi perfecto, desde allí podíamos ver a lo lejos la población de Artana, las trincheras como si fuese una edificación de "pedra seca" por estar hecha con trozos de piedras de rodeno escavadas de su superficie para poder resguarse los soldados de nuestra Guerra Civil, era nuestra escusa para coger aliento.
Según momentos, el viento se hacia notar pero no molestaba, así y todo nuestros pulmones parecian que en algún momento le fataba el oxígeno.
Llegamos a la cima por donde habia otra pista por donde podíamos subir al pico de la Nevera a 856 m. nos desplazamos a nuestra izquierda, por donde hay una señal que indican que sigue el sendero para llegar a la Nevera de Castro, bajamos un poco por un estrecho sendero y de repente, ahí está, entre árboles al fondo la Nevera.
Eran las diez pasadas y nuestro propósito era almorzar allí, estuvimos media hora, al momento de nuestra llegada nos saludaron un grupito de gente de Nules.
Después de reponer fuerzas y de ver el paisaje, en donde pudimos observar el Castillo de Castro, las montañas de Cantallops, Aigualit, el Pic Font de Cabres, y al fondo hasta Benicassim y el mar, no tuvimos suerte y no pudimos divisar les Columbretes.
Después de reponer fuerzas y de ver el paisaje, en donde pudimos observar el Castillo de Castro, las montañas de Cantallops, Aigualit, el Pic Font de Cabres, y al fondo hasta Benicassim y el mar, no tuvimos suerte y no pudimos divisar les Columbretes.
El paisaje era hermosísimo, todo verde, Castro a nuestros pies, a un tiro de piedra y casi toda nuestra comarca al alzance de nuestra vista.
Por eso la gran importancia que tenia éstas altitudes como punto de vigilancia en la Guerra Civil, objeto de estudio por la asociación cultural "Muntanyes de la Guerra".
En nuestro camino de vuelta, siguiendo el itinerario propuesto por Ernesto, bajamos por la pista, hasta su finalización, no sin antes observar el gran alcornoque existente a un lado, orgulloso, recio y robusto, que habrá soportado algún que otro incendio durante su prolongada vida.
Nos deplazamos a nuestra izquierda para ver una de las últimas minas que estuvieron en funcionamiento, aún existe la torreta del transformador de la luz para sus instalaciones, diferentes casetas para el personal, construidas según que vimos en sus paredes en el año 1961.
Lo que resulta una lástima es el desastroso abandono de sus instalaciones, se podrian rehabilitarlas como centro de estudio, albergue o refugio.
En el transcurso de nuestro descenso podremos observar varios postes que en su dia llevaban la luz a dicha mina.
A la finalización de la pista, existe una senda con bastante bastante desnivel que nos llevará directamente al embalse de Ajuez, por donde lo podremos ladear, o pasar por encima de sus parades, para llegar a la poblaciónd e Chóvar.
Son las 13,30 h. y nuestro trayecto ha finalizado.
Estamos contentos de apreciar y conocer un poco más de nuestra geografia, de nuestra orografia, de nuestras montañas, de aquellas montañas que fueron los últimos asentamientos de los moriscos antes de su expulsión 1609, como también fué el emplazamiento del último frente en la Guerra Civil en el año 1939.
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Componentes de la salida: Ernesto, Carlos, Ximo y Pepe
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